Por. Renato Vargens
El coronavirus paralizó al mundo, a las sociedades y nosotros sabemos muy bien eso, el mercado de trabajo sufrió las consecuencias del coronavirus, las escuelas y universidades dejaron de funcionar y con ellas también nuestras iglesias.
Muchas iglesias en el país están retornando a sus cultos públicos y ese retorno nos ha mostrado tres tipos de creyentes o cristianos.
1. Aquel creyente que pensaba que era verdaderamente creyente pero que en realidad no lo era y que en virtud de las dificultades experimentadas durante la pandemia apostató de su fe.
Es impresionante la cantidad de relatos de pastores en muchos campos en este país, expresando que creyentes que antes frecuentaban los cultos, ya no quieren hacerlo mas y no solamente ya no quieren ir a los cultos, sino que comenzaron a amar al mundo como no lo hacían antes o a la verdad tal vez nunca lo dejaron de amar. También comenzaron a ver los valores y conceptos de este mundo lleno de pecado y se dejaron llevar por estos, abandonaron sus matrimonios, abandonaron su vida de piedad y santidad aparente, abandonaron la comunión con los santos, las relaciones con otros creyentes, personas que no quieren tener ningún involucramiento con la iglesia y cuando se les contacta, expresan su falta de deseo de hacerlo, todo esto por el simple hecho de que el coronavirus reveló que en sus corazones no existía verdaderamente el amor a Dios sino una percepción equivocada del evangelio que las llevaba a pertenecer a una comunidad sin haber nacido de nuevo.
2. Aquel creyente que en realidad lo es, pero que, en virtud del pánico, miedo y pavor provocado por las noticias, por la sociedad, vive su vida absolutamente sumido en el miedo.
Le tiene miedo a todo, a la condenación, a la presión y claro está, a la enfermedad y en última instancia a la muerte, este tipo de persona, puede ir a varios lugares, al centro comercial, a la playa, anda por las calles, va a su trabajo, se sube a los buses, anda en lugares públicos y aun así, tiene temor de ir a la iglesia, es un tipo de creyente que no confía aparentemente, y tampoco quiero ser absolutista, pero aparentemente no confía en el cuidado, la providencia y el sustento del Señor en su vida y tampoco en la protección, se bien que hay creyentes que perdieron a seres queridos y que están de luto, talvez eso este contribuyendo para que tomen ese tipo de decisiones de precaución exageradas y de verdad los entiendo porque comprendo que no es fácil, con esto no estoy diciendo que se deba ser irresponsable, lo que quiero decir es que estos creyentes deben aprender a confiar mas en Dios y el coronavirus revelo que en sus corazones no hay tanta confianza.
3. Aquel creyente que a pesar de las luchas, de las dificultades, presiones y de los problemas experimentados en virtud del coronavirus, algunos desempleados, de luto, con problemas matrimoniales, familiares aun así permanecieron firmes, y en verdad experimentaron el amar más a Dios.
Comenzaron a vivir para la gloria de Dios y ahora con el retorno a los cultos presenciales, estas personas son llenas de un deseo incesante y constante de rendir culto y servirle en la comunidad públicamente, toda su vida, en todo momento y en todas las esferas.
Por lo tanto hermanos, yo creo que el coronavirus sirvió sí, porque fue un parte aguas, por un lado permitió que muchos se fueran para probar que nunca fueron de nosotros, que nunca tuvieron una experiencia con Cristo y por ello negaron y abandonaron la fe, por otro lado el coronavirus ha fortalecido a muchos creyentes llevándolos a vivir vidas absolutamente diferentes, en niveles diferentes para la gloria de Dios, como también ha causado que algunos se sientan desanimados, frágiles y débiles donde hay una ausencia de la confianza en Dios, es a estos creyentes que quiero exhortar a que echen sus ansiedades, sus preocupaciones y sus conflictos y aquello que los inquieta delante del Señor con la seguridad que Él tiene cuidado de cada uno de nosotros.
Traducción: Pamela Sheran.