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AGNUS DEI


Por. Manuel Sheran


A pesar de que las palabras de Abraham pueden ser consideradas como una respuesta más directa a la pregunta de Isaac, que se relaciona con el sacrificio que ahora está a punto de ser ofrecido, pueden ser también consideradas como una profecía de Abraham y de su fe en ella, que Dios (como de hecho, lo hizo) proporcionó un cordero o carnero en lugar de la que fue llamado a ofrecer; es decir, al mismo Isaac, a quien se le pidió que tomara y ofreciera.


Aunque Abraham no eligió decir esto directamente, desanima a Isaac con su respuesta, sugiriendo que lo mejor para él era dejarlo en manos de Dios, quien, como los había llamado a tal servicio, les proporcionaría también un sacrificio adecuado. Al hablar de esta manera podría dar lugar a que Isaac sospechara lo que se pretendía, y así gradualmente llevarlo al conocimiento de ello.


El relato nos muestra que prosiguieron su viaje hasta llegar al lugar al que se les indicó que fueran. Insinuando que de manera incierta, Isaac estaba completamente familiarizado con lo que se iba a hacer. Esto es, que él iba a ser el sacrificio, y que él y su padre estaban de acuerdo en ello. Por tanto, él iba con la misma voluntad de ser ofrecido, como la de su padre para ofrecerle. De hecho, la expresión que se repite de (Génesis 22: 6), parece sugerir algo notable y digno de atención.


Gén 22:6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.


En el idioma original la palabra juntos se traduce como de un mismo corazón. Ser uno solo. Por lo tanto, Isaac así como su Padre, estaban unidos en esta resolución de que Isaac fuera ofrecido.


Sin embargo, Dios tenia algo mas grande en mente. El acto sacrificial de Abraham de ofrecer a su hijo seria un presagio desde el principio de la civilización del mas grande acto de amor de Dios. El sacrificio de su único hijo amado como cordero expiatorio por el perdón de los pecados de la humanidad caída de su gracia.


La respuesta de Abraham es una profecia mesiánica. Conecta el sacrificio de Isaac (el hijo del gozo) al Señor Jesucristo (el hijo amado en quien el Padre tiene complacencia) el Mesías, el Cordero de Dios, (Juan 1:29 Juan 1:36), a quien había provisto en concilio y pacto antes que el mundo existiera. Es este cordero de Dios quien, en promesa, tipo y figura, fue inmolado desde la fundación del mundo (Apocalipsis 13: 8). Y a quien a su debido tiempo Dios enviaría al mundo, (Juan 10:36), para hacerle ofrenda por el pecado, (Isaías 53:10), aceptando así su sacrificio en el lugar de su pueblo. Este acto sacrificial fue una provisión que solo podía ser hecha por el Señor, porque fue el producto de su sabiduría infinita, y el fruto de su gracia, favor y buena voluntad y de la cual Abraham tuvo una visión clara y una fuerte persuasión, (Juan 8:56 ).


Abraham no llego al punto de experimentar el dolor de sacrificar a su único hijo, pero tuvo un vislumbre muy claro que lo que Dios trataba de decir y haría siglos mas tarde. Mas adelante el Apóstol pablo nos dice de Abraham:


Rom 4:3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.


Fue por creer incondicionalmente en la provisión de este cordero todo suficiente que Abraham y toda su descendencia (no solamente Isaac) pudieron experimentar la restauración de la comunión con Dios antes que el cordero de Dios que vino a quitar el pecado del mundo pudiera ser ofrecido.

La pregunta de Isaac queda abierta por los siglos. “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” toda la creación aguardo pacientemente. Hasta que una voz clamando en el desierto prorrumpe con expresión de júbilo y acción de gracia como Heraldo del gran rey:


Jua 1:36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.


Gracias a ese cordero, Isaac no tuve que morir aquel día. Aunque pudo haber muerto pero su sacrificio no hubiera ganado nada. Por eso Jehová detuvo a Abraham y le hizo mirar al carnero sustitutorio. Pues solamente el sacrificio del cordero de Dios, seria capaz de adquirir para todos nosotros, descendientes de Abraham (Gal. 6:16), salvación.

Cuando vemos en Apocalipsis, la revelación de lo que pasa en el cielo, nos damos cuenta de una tremenda realidad:


Apo 5:6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.


El cordero estaba de pie pero seguía siendo inmolado.


El sacrificio del cordero es eterno. El aun sigue siendo inmolado por los pecados, pasados, presentes y futuros de aquellos que han sido elegidos para participar de su sacrificio. Pero también esta siendo inmolado por aquellos que han de venir.


La sangre de este cordero aun tiene vigencia para salvar a los pecadores hoy día de ser sacrificados en la hoguera eterna del infierno. Como Isaac hoy podemos ser librados de una muerte horrenda, no física, sino eterna. Si tan solo ponemos nuestra confianza en el cordero que Dios envío para ser sacrificado en nuestro lugar.


En nuestra busqueda de participar de ese hermoso sacrificio ofrecido por nosotros, haríamos bien en orar la antigua oración de la iglesia:


Agnus Dei, qui tolis peccata mundi, miserere nobis.

Agnus Dei, qui tolis peccata mundi, dona nobis pacem.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos paz.


Amen.




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