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  • Foto del escritorPastor Manuel Sheran

¿AVIVAMIENTO O REVIVALISMO?



Pr. Manuel Sheran


Muchos me han preguntado que opino acerca del avivamiento de Asbury. Mi aportación de cinco centavos a la discusión es la siguiente: Los Avivamientos verdaderos no tienen nada que ver con manifestaciones externas. Eso es revivalismo y significa el deseo afanoso de revivir el fervor religioso de supuestas manifestaciones espirituales pasadas en una sociedad porque se percibe a sí misma como decadente. Sin embargo, los avivamientos verdaderos son una obra invisible en el corazón del hombre. Tienen que ver con la magnificación de la persona de CRISTO, por encima de cualquier otro interés. El quebrantamiento interior, el arrepentimiento de obras de maldad y la búsqueda profunda del conocimiento de Dios. Pero más importante un verdadero avivamiento no puede suceder donde Cristo no es predicado y donde el verdadero Evangelio que exalta a Cristo, que humilla al pecador y que promueve el arrepentimiento, la fe y la santidad no es predicado.


Por lo que he podido ver de lo que otros han compartido acerca de la Universidad de Asbury (que es nuestro caso de discusión), el verdadero evangelio no está siendo predicado y las prácticas de caos carismático están siendo fuertemente promovidas. Esas no son las condiciones bíblicas para un avivamiento verdadero. Esas son las condiciones para una euforia colectiva.


Dicho eso, es necesario aclarar que no me opongo a un avivamiento moderno. Creo firmemente que Dios puede enviar un avivamiento en medio de nuestros tiempos y oro por que lo haga. Pero un avivamiento bajo las condiciones bíblicas mencionadas anteriormente.

En la historia de la humanidad se han registrado varios avivamientos verdaderos. Desde tiempos bíblicos hasta la reforma en Escocia, Irlanda y aun en Estados Unidos con el príncipe de los puritanos Jonathan Edwards e incluso hace un par siglos atrás en tiempos modernos.

Sin embargo, todos estos avivamientos tienen que ver con un gran número de personas volviéndose hacia Cristo y dejando sus vidas pasadas dominadas por vicios y pecados. Y motivados por la predicación del Evangelio verdadero desde la Palabra de Dios. No con predicas terapéuticas que hablan acerca del dolor de tu vida y todas tus experiencias negativas, que Dios te ama y te quiere sanar. Los grandes avivamientos de la historia han dejado como resultado que la gente deje el interés por las cosas personales y terrenales y se vuelque hacia la búsqueda profunda y sincera de las cosas espirituales.

El pastor Judiclay Santos de la Igreja Batista do Jardim Botanico en Rio de Janeiro comparte en su muro lo siguiente acerca de este mismo tema:

En el libro “Avivamiento y Revivalismo”, Iain Murray presenta una investigación robusta sobre los eventos que marcaron la vida de la iglesia angloparlante en ambos lados del Atlántico en los siglos VXIII y XIX. Los avivamientos entre los años 1750 y 1850 dejaron un gran legado y una referencia histórica sobre esa obra que el Espíritu Santo realiza en la vida de Su pueblo.

Muy distinta de la pirotecnia, artificios y las manipulaciones humanas que abundaron al final del siglo XIX y durante el siglo XX, el avivamiento verdadero no puede ser fabricado por el hombre.

En palabras del Dr. Martyn Lloyd Jones: “El avivamiento es una experiencia en la vida de la iglesia cuando el Espíritu Santo realiza una obra que no es común. Él la realiza primeramente entre los miembros de la iglesia, es un revivir de los creyentes. No se puede revivir algo que nunca tuvo vida, así que, por definición el avivamiento es primeramente una vivificación, una revitalización, un despertar de los miembros de la iglesia que se encuentran aletargados, somnolientos, casi moribundos.”

Es por eso que, hasta que miremos estos frutos, podremos catalogar un avivamiento verdadero.

Mientras tanto, bajo los estándares de la palabra de Dios, todo el ruido, todo el escándalo y las manifestaciones externas no son más que un intento humano por fabricar lo espiritual. Lo cual es imposible.

Todo esto es condenado por la escritura como falsa adoración. De manera que, lo que Dios ha dicho que está mal, es malo. Sin importar cuantas personas piensen lo contrario.



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