Pr. Manuel Sheran
Col 2:10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
Si toda la plenitud está en Cristo (Col. 1:19), y los santos redimidos están unidos a Él, entonces también ellos están llenos de todo lo que necesitan y son capaces de contener. Ya que estas palabras no son una exhortación a la perfección, sino que son una afirmación no lo que serán en el futuro o en el cielo, sino lo que son ahora. No en sí mismos, porque en sí mismos ninguno es perfecto, ni siquiera los que viven una vida verdaderamente santificada. A pesar de que toda la gracia está implantada como una semilla en ellos, y tienen una perfección de partes, de todas las partes del nuevo hombre, o nueva criatura, y son perfectas en comparación con lo que eran antes (personas profanas e hipócritas).
Con respecto a los creyentes más débiles, sin embargo, ninguno es absolutamente perfecto, pues la buena obra de la gracia aún no ha terminado en ellos. El pecado aun habita en ellos, están llenos de necesidades y quejas. Los mejores de ellos niegan la perfección alcanzada por ellos, y expresan sus deseos al respecto. Pero son perfectos en Cristo su cabeza, que tiene toda la plenitud en El, en quien son escogidos y bendecidos porque son completos y perfectos en él en cuanto a santificación.
En cuanto a la justificación, ha cumplido perfectamente la ley para ellos, ha hecho la expiación completa por el pecado, ha obtenido la redención eterna, ha traído una justicia completa y perfecta, por la cual son justificados de todas las cosas, están libres del pecado, y hechos perfectamente hermosos, sin mancha, ni arruga, ni nada parecido.
En cuanto al conocimiento, aunque es imperfecto en ellos en su estado presente, En Cristo todos los tesoros de Él son para ellos, y no tienen necesidad de ir a otro lugar para recibirlos. Están llenos del conocimiento de Dios y de su voluntad, y están completos en Cristo.
Ese conocimiento que tienen es la vida eterna, el principio, la prenda y las arras de su salvación. De manera que no tienen ninguna razón para estar en deuda con los ángeles o con los hombres, solo con Cristo. En virtud de que Él es la cabeza de todo principado y poder.