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  • Foto del escritorPastor Manuel Sheran

DIOS VA HABLAR MAÑANA




Pr. Manuel Sheran


Imagínese que yo le dijera que Dios va a hablar mañana a su pueblo en un punto especifico de la ciudad a una hora determinada.

Como se prepararía para la ocasión. Iría solo o con su familia. Sabiendo que la familia necesita tiempo para alistarse, ¿procuraría dejar todo listo para no llegar tarde? ¿o simplemente dejaría pasar la ocasión para otro día que tenga mas tiempo para alistarse con todo?

Si la segunda opción fuera el caso, ¿Qué excusa le daría a Dios para faltar a una reunión con él? ¿sería capaz de poner excusas para faltar a una reunión con Dios?

Creo que cualquiera de nosotros que ama verdaderamente al Señor porque ha recibido el milagro del nuevo nacimiento de Él, haría hasta lo imposible para no faltar a una reunión con Dios y escuchar lo que el tiene que decirle a su pueblo.

Dejaríamos todo listo el día anterior. Plancharíamos y tenderíamos la ropa para que no se arrugue y no tener que planchar en la mañana. procuraríamos dejar la comida lista solo para calentarla. Llenaríamos el carro de combustible para no tener que desviarnos y perder tiempo en llenarlo. Nos dormiríamos temprano y procuraríamos tener un buen descanso para no dormirnos mientras Dios este hablando. Imagínese que falta de respeto ¡dormirse cuando Dios habla! No seriamos capaces de tal atrocidad.

Si Dios fuera hablar mañana procuraríamos no ocuparnos el día anterior con actividades que puedan drenarnos para no tener que estar fatigados y poder escuchar a Dios con animo y energía.

Definitivamente si Dios fuera hablar habría una preparación rigurosa previa a una cita tan importante.

En efecto eso es lo que pasa cada Domingo (Dia del Señor) cuando su pueblo se reúne a celebrar culto a su Dios. Dios habla a su pueblo en un lugar especifico a una hora especifica y les revela su voluntad para ellos.

Dios habla a través de la palabra leída públicamente. A través de los himnos que nos recuerdan verdades bíblicas. A través de las oraciones y a través del mensaje de la palabra predicada fielmente por el hombre que el ha escogido para hablar a la congregación.

Lastimosamente, por el pecado en nuestro corazón, fallamos en reconocer que es Dios quien nos habla a través de estas cosas. La costumbre, la tradición y la religiosidad nos han llevado a desestimar la importancia de escuchar el mensaje de Dios a través de los medios de la gracia. Y eso nos lleva a ser descuidados, negligentes e indiferentes ante un compromiso tan especial.

Pero debemos recordar que cuando nos reunimos como iglesia, Dios esta en medio de nosotros y el nos habla a través de sus medios y la celebración de sus ordenanzas.

Por lo tanto, es necesario que cuando reconocemos la importancia de este evento, tengamos la preparación adecuada para presentarnos ante nuestro creador.

Esto incluye, pero no se limita a:

  • Disponer con anticipación nuestro corazón con devoción y reposo adecuado.

  • Preparar todo lo necesario para ese día, para evitar contratiempos y corajes que puedan estorbar nuestra comunión con él.

  • Procurar escuchar atenta, diligente y participativamente su voz de manera leída, cantada, orada y predicada. Cuando haya que orar, orar con el corazón, cuando haya que leer públicamente, leer con ganas y audiblemente. Cuando haya que cantar, cantar a todo pulmón. Y cuando haya que escuchar, hacerlo de manera atenta y respetuosa, procurando captar todo lo que el predicador dice sin distraernos en el celular u otras actividades irrelevantes.

  • Por último, debemos asegurarnos de hacer lo que tengamos que hacer para no faltar a nuestra cita con el Dios omnipotente.

Mañana, Dios hablará a su pueblo en miles de iglesias alrededor del mundo. A diferentes horas y a través de hombres fieles que el ha escogido para llevar su mensaje.

¿Estarás tu ahí para escucharlo? ¿o pondrás una excusa para no llegar? ¿Podrás poner excusa alguna ante el creador del universo que conoce nuestros corazones y discierne nuestros pensamientos?

Si no tendrás ninguna excusa, te esperamos mañana en la casa del Señor.





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