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  • Foto del escritorPastor Manuel Sheran

EL CAMINAR DEL CRISTIANO



La frase “esto pues digo”, nos proporciona instrucciones sobre la pureza basadas en lo que acaba de decir Pablo anteriormente sobre la unidad. En los capítulos anteriores Pablo nos enseña los planos de Dios para el crecimiento de la Iglesia y cómo todos debemos usar los dones espirituales que Dios nos ha dado para ministrarnos unos a otros.

Ahora nos mostrará que la pureza de vida es de crucial si lo que buscamos es la unidad y el crecimiento de la iglesia. Estas no son solo las instrucciones de Pablo. Él dice aquí que lo que está por decir también son los mandamientos de Dios, como lo indica la frase “requiero en el Señor”.

El verbo “andar” caracteriza la segunda mitad de Efesios. Este verbo se refiere a nuestra forma de vida, nuestra conducta, la forma en que nos comportamos, la forma en que pensamos. En lugar de decirnos de inmediato cómo debemos andar Pablo comienza diciéndonos cómo ya no deberíamos andar.

La frase “ya no” implica que una vez solíamos andar en la forma incorrecta y que a pesar de que ahora somos cristianos, todavía es posible que sigamos andando igual. Cuando te conviertes en cristiano, las cosas deberían cambiar.

Pero no cambian automática o fácilmente. Dejar de vivir como solíamos hacerlo es un trabajo duro. Cambiar viejos hábitos y viejas formas de pensar. En este mundo, en estos cuerpos, se necesita mucho esfuerzo para salir de ellos y estar separados.

El resto de este pasaje da tres frases descriptivas de cómo solían andar. Lo opuesto a estos tres explica cómo caminar en pureza. Estas descripciones incluyen los tres aspectos que resumen toda la vida: saber, ser y hacer. Lo que sabemos, quiénes somos y qué hacemos.

¿Que sabemos? que los gentiles andaban en vanidad de la mente. (ver. 17)

¿En que los convierte? en enajenados por Dios. (ver. 18, 19a)

¿Qué hacen? Se entregan a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impurezas. (ver 19b)

De manera que si nosotros somos obedientes al mandamiento de Pablo buscaremos hacer lo opuesto cambiando la vanidad de nuestra mente por pensamientos que glorifiquen a Dios para acercarnos a él como hijos suyos y abstenernos de pecado. ¡Que El Señor nos ayude a lograrlo!

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