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QUE TU FE NO FALTE



Pr. Manuel Sheran

Lucas 22:32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

Cristo oró por todos sus apóstoles. Pero particularmente para Pedro, porque era el que estaba en mayor peligro al tener cierto grado de liderazgo entre los demás apostoles. Pedro era siempre el que contestaba primero a las preguntas del Señor y le preguntaba las cosas que quizás pasaba por la mente de los demás y no se atrevían a preguntar o que talvez lo comisionaban para preguntar en nombre de ellos.


No sabemos a ciencia cierta si la oración a la que Cristo se refiere fue su oración sacerdotal en Juan 17. O alguna otra de las varias ocasiones en las que oro por la preservación, santificación, perseverancia final y glorificación de los apóstoles, así como de otros santos.


Es mas no sabemos si oro por el de manera audible, en silencio o sólo en su mente.


Lo que si sabemos es que su oración fue: “que tu fe no falte”


¡Que fantástico motivo! Cuando pensamos en nuestros amigos porque oramos por ellos. ¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente? Quizás no sabemos que pedir o lo que pedimos esta algunas veces alejado de lo que verdaderamente necesitan.


Sin embargo, el Señor siendo Dios omnisciente, conoce lo que tenemos necesidad antes que lo pidamos (Mat. 6:8) Y Jesús demuestra este atributo de su divinidad aquí.


Inequívocamente pide que su fe no falte. ¡Que sabiduría la de nuestro Dios!


Porque, Satanás en sus tentaciones, ataca principalmente la fe del pueblo de Dios. Pues la fe es una de sus gracias que da mucha gloria a Dios, y en el ejercicio de la cual los creyentes podemos tener abundante paz, gozo y consuelo ante las vicisitudes de la vida.


Recordemos que Pablo nos dice también que la fe es una pieza central de la armadura de Dios (Efesios 6:12-20). Esta es un escudo que protege y apaga los dardos de fuego del maligno. Es una arma de defensa del cristiano por la cual los ataques del diablo pueden ser repelidos. No es sorpresa entonces, que el enemigo se esfuerza todo lo que puede para debilitarla, destruirla, o arrebatarla de nuestras manos.


Pero debemos recordar que el no puede arrebatarnos algo que Dios nos dio. La manera en la que lo hace es a través del poder del pecado, y la fuerza de la tentación. Esto hace que nuestra fe pueda fallar en algún grado de su firmeza, en cuanto a la acción y ejercicio de la misma, y ​​en cuanto al sentido que nosotros como creyentes podamos tener de ella.


No obstante, la fe nunca fallara en cuanto a su esencia, siendo que es: un don irrevocable de la gracia de Dios, una obra de su poder supremo, una gracia sólida y sustancial. Incluso dice la palabra que es la sustancia de las cosas que se esperan (Heb 11:1). Es una simiente inmortal e incorruptible, y de la cual Cristo es el autor y consumador.


Por lo tanto, la seguridad de nuestra fe no se la debemos a nada más que a las oraciones de Cristo (las cuales son siempre escuchadas) y a su poderosa mediación e incesante intercesión.


Cristo es el abogado infalible de su pueblo. El ora para que tengamos fe, y luego ora para que esa fe no falle. De manera que nunca lo hará, a pesar de toda la oposición que pueda enfrentar, ya sea del infierno y la tierra.



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