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SI SUFRIMOS CON EL, REINAREMOS CON EL




Pr. Manuel Sheran


2Ti 2:12 Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará.


Todos aquellos que han sido elegidos por Dios antes de la fundación del mundo para ser hechos hijos de Dios sufrieron con Cristo cuando él sufrió nos dice Romanos 8:17. Sufrieron en El toda la pena de la ley, toda su justicia, rigor y severidad. Y de la misma manera participan de los beneficios de sus sufrimientos, como paz, perdón, justicia, redención y salvación eterna. Por lo cual, habiendo sido llamados por gracia, y habiendo hecho profesión de Cristo, sufren vergüenza y oprobio, pérdida de reconocimiento y reputación, y a veces pérdida de bienes, castigo corporal e incluso la muerte misma. Y aunque atraviesen por todas estas dificultades, pueden estar satisfechos en la verdad que nos brinda la segunda carta de Timoteo en el verso 12: Que también reinaremos con él.


Sin embargo, esto no parece un consuelo inmediato al sufrimiento si consideramos este reinado a largo plazo. Es Decir, después de esta vida, y cuando el regrese y seamos resucitados. ¿Como puede entonces esta realidad consolarnos ahora? En que no solamente reinaremos con el cuando venga, sino que reinamos con el aun hoy. ¿De que manera reinamos hoy con él? ¡En el reino de su gracia! La gracia reina en nuestros corazones, donde Cristo, el Rey de gloria, ha sido entronado, y donde habita por fe, siendo hechos reyes y sacerdotes para Dios por él. Así que reinamos con él en su reino aquí en la tierra, hasta que El regrese. Y cuando regrese, reinaremos con él en gloria por toda la eternidad. Podemos tener seguridad de esto porque Romanos 8:17 afirma que, si hemos sido elegidos para ser hechos hijos suyos, entonces, sin sombra de dudas, heredaremos como hijos suyos su gloria.

No obstante, hay una clausula condicionante que previene que participen de este derecho todos aquellos falsos creyentes que movidos por el beneficio de su gracia profesan ser hijos suyos cuando en verdad no lo son.


La cláusula de excepción es esta: "si lo negamos, él también nos negará."


Existen diferentes maneras en las que uno puede negar a Cristo. Por ejemplo:


Hay una negación de Cristo que es en palabras. Un ejemplo claro de esto son los judíos que niegan que Cristo haya venido en carne y que Jesús sea el Mesías. Así como también hay algunos que han llevado el nombre cristiano, aunque muy indignos, han negado su verdadera deidad, su verdadera humanidad, su propia filiación (proceso por el cual Cristo asume la posición de Hijo en la Divinidad), la eficacia de su sangre, justicia y sacrificio para el perdón, la justificación y la expiación. Al oponerse a las principales doctrinas bíblicas acerca de la naturaleza de Dios Padre e Hijo están negando en palabras a Dios.


Otra manera en la que se manifiesta una negación de Dios es por las obras. Esto es cuando algunos que profesan conocerlo, y lo reconocen en su persona y oficios, lo niegan con sus obras. Esto es cuando por ejemplo sus conversaciones son impías y no reflejan su conocimiento y temor de Dios. Hablan como cualquier impío cuando publicamente se dicen ser cristianos. Dicen creer en El, pero confían en su propio esfuerzo, por lo tanto, niegan su poder.


También hay una negación secreta y silenciosa de Él. Esto es cuando los hombres mantienen en secreto su identidad cristiana porque se avergüenzan que sepan que son cristianos.


Así mismo hay una abierta negación de Él. Estos son aquellos que blasfeman contra Dios por agradar a los hombres.


Existe también una negación parcial de Cristo, que fue el caso de Pedro. Aunque su fe en Él y su amor por Él no se perdieron totalmente. En su condición de elegido, Dios por su gracia le concedió arrepentirse y volver a Cristo.


Finalmente, hay una negación total de él, una apostasía total de la cual no hay recuperación. Y si hubiera tales apóstatas entre los que han invocado el nombre de Cristo, El los negará, no los reconocerá en el día final. Los pondrá a su izquierda. Declarará que no los conoce y los desterrará de su presencia para siempre.


Mat 10:33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.


Si tu puedes identificarte como culpable de cualquiera de estas negaciones, arrepiéntete ahora y clama al Padre que te conceda en su gracia venir a Cristo.


Sabernos pecadores, infieles e incapaces de sostener nuestra confesión de Fe, y reconocer nuestra necesidad apremiante de El Salvador, nos hace participes de los sufrimientos en Cristo. Y si sufrimos con El, participamos también de sus beneficios como el perdón y la justificación delante del Padre. Por tanto, nos aferramos a la promesa de que, si sufrimos juntamente con El, así mismo reinaremos juntamente con El.

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