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PECADORES LLAMADOS A SER SANTOS



Pr. Manuel Sheran


1Co 1:2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:


Esta epístola fue escrita a los santos de Corinto, que son elogiados por ser "la iglesia de Dios". Una iglesia congregada en particular. Compuesta de varias personas de diferentes partes del mundo que reunidas para andar en unidad y santa comunión, Para rendir juntos adoración a Dios y caminar en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.


Ser llamados la iglesia de Dios, es un calificativo muy elevado. Pues la iglesia de Dios es la columna y baluarte de la verdad. Sin embargo, es notable, que este epíteto se le da aquí a una congregación, en la cual había muchas irregularidades, errores, desórdenes y divisiones. Esto nos muestra que una iglesia de Dios no debe dejar de asistir a su congregación por todo lo que está mal en ellos.


Podemos aprender mucho del contexto de esta iglesia al estudiar su ubicación geográfica. Corinto era la "metrópoli" de Acaya. Una ciudad muy grande y opulenta, Un lugar de gran concurrencia y comercio. Famosa tanto por su riqueza como por su sabiduría. Sin embargo, no era famosa por El hecho de que hubiera una iglesia de Cristo en ella.


No obstante, Pablo dice que todos sus miembros en general son santificados en Cristo Jesús. Aunque por los problemas que a lo interior de ella habían (descritos en la carta) no podemos afirmar que cada uno en particular lo era. Pero de manera general dice el Apóstol que son, efectivamente, santificados en Cristo Jesús.


Sin embargo esta santificación de la que gozan, no es por el bautismo, pues fueron santificados antes de eso. A la santificación a la que Pablo se refiere es a la de la elección. Es decir, al hecho de que fueron apartados, o escogidos en Cristo desde toda la eternidad, para participar de la gracia en este mundo y de la gloria en la eternidad. Así mismo al hecho que fueron justificados por la sangre y la justicia de Cristo, en cuyo contexto a veces se usa la palabra "santificado". Lo anterior, en virtud de que Cristo fue hecho "santificación" y justicia por los elegidos. Consecuentemente, estos elegidos fueron santificados por su Espíritu en su nombre, por esa plenitud de gracia y santidad que hay en El.


Es por esa razón que son llamados a ser santos.


Porque, aunque fueron escogidos para la santidad en Cristo, y mediante la santificación del Espíritu para salvación. Sin embargo, antes de ser llamados eran impíos. A pesar de que Cristo se había entregado a sí mismo por ellos para santificarlos y purificarlos, seguían siendo impuros mientras no fueran llamados eficazmente por su gracia.


Eran impíos porque heredaron la desobediencia de Adán, y se volvieron culpables y sucios por sus propias transgresiones. Tanto que por su primer nacimiento eran impuros e inmundos, esto se evidenciaba en su estilo de vida y conversaciones.


Por lo cual, no son santos por descendencia natural, pues no nacieron santos, ni fueron hechos santos por su propia voluntad.


Sino que llegaron a serlo por la poderosa gracia de Dios en el llamamiento eficaz. En el cual no sólo fueron forjados en ellos los deseos de santidad, sino los principios mismos de santidad. Por esta razón es que son exhortados a la práctica de la santidad externa, Es decir a vivir una vida y sostener conversaciones santas.


Esta epístola no solo está inscrita a estos santos en Corinto, sino a todos los que en todo lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Esto es a nosotros y todos los que por la gracia de Dios serán también llamados al conocimiento de su gloria por su llamamiento eficaz y que por el poder de la resurrección en nosotros seamos apartados del mundo para ser iglesia de Dios, pueblo santo suyo.

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